G̃i-ta Kalag, Ud-ta Di.
"De la Sombra, la Fuerza. De la Luz, la Ley”
Antes de que se erigieran murallas y monumentos, en las áridas e implacables proximidades de la elusiva ciudad flotante —un espejismo en el firmamento castigado por el sol—, se congregaba el antiguo pueblo Cimerio. Era gente de fe inquebrantable, cuya devoción se fragmentaba en clanes consagrados a una deidad particular. Mas esta diversidad de cultos no engendraba conflicto, sino una unidad forjada en el crisol de su hostil entorno. Severos con los forajidos y protectores de sus dominios, los clanes Cimerios permanecían indisolubles.
Aún hoy, en las ruinas de su asentamiento principal, conocido como la Avanzada Totem del Desierto, se yergue la imagen colosal de un Idolo ancestral. Esculpido por el viento y el tiempo, este monumento sagrado emerge de la misma arena, un vigilante silencioso de su pasado y la razón por la que aquel lugar es recordado.
Casi extintos, y con el sueño de ascender a la ciudad flotante convertido en una esperanza inalcanzable, los Cimerios buscaron una elevación distinta: un ascenso de fe. Fue entonces cuando advino el formidable líder āliku. Mediante antiguos y terribles rituales, āliku recibió la apoteosis del mismísimo U'nu, el Dios del Sol Negro, y con esta nueva fuerza se inició la gran travesía espiritual de la estirpe Cimeria bajo la promesa de una nueva era. Abandonaron el yermo de su origen en pos de un destino incierto, pero divinamente guiado.
Poco se sabe de los designios del inescrutable U'nu, pero la leyenda cuenta del pacto que Su poder forjó con āliku. Impulsados por la necesidad y una incesante sed de gloria, los Cimerios descendieron a los abismos más profundos, a los mismos infiernos del Nether. Allí, libraron batallas contra peligros indescriptibles. Sin embargo, como parte esencial del pacto, a āliku no le fue permitido abandonar aquel abismo ni culminar con vida su travesía. Su pueblo, en cambio, sí lo haría.
Ante la inquebrantable determinación de los supervivientes, la mano invisible del luminoso Utu, el Dios del Sol de la Justicia, orquestó su resurgimiento. Emergieron no donde habían partido, sino en un lugar de contrastes absolutos: los confines de un clima helado, pero abundante en recursos, diametralmente opuesto a su desolado origen. Sin buscarlo ni preverlo, hallaron la tierra prometida.
Donde hoy se eleva majestuoso el Zigurat E-Lugalgirra, se forjaron senderos inéditos. Desde aquel glorioso renacer, la voluntad de los supervivientes dio forma a su destino y, con ello, surgió la fe conocida como Via Theon, "el Camino de los Dioses". Los Cimerios, ahora ascendidos y purificados por la travesía, renacieron como Los Renati. Se convirtieron en guardianes de las murallas y sirvientes de sus dos deidades patrones: U’nu, el Sol Negro de la noche que prueba la fuerza, y Utu, el Sol pleno que imparte justicia.
Esto es el Dominio de Drum Ha'zar. El bastión que despertó, se dice que no fue construido, sino invocado. Que Drum Ha’zar permanece, no como una ciudad, sino como una respuesta.
Hoy más de 2500 años después, Drum Ha'zar se alza como un formidable Dominio en el Overworld, arraigado en un bioma de llanura helada. Su estructura se erige alrededor de La Spina Gilgameš: el eje vital y legendario de Drum Ha'zar. Esta "columna vertebral" representa el viaje simbólico de los Renati. Comienza en la Arca Cordis (1), el corazón militar y político, avanza por la Via Sacra (3) hasta el altar divino del E-Lugalgirra (2), y culmina en el sereno Atrium Pax (4), un patio sagrado de paz que yace más allá del zigurat, vigilado en su extremo final por la enigmática Espina Lumen Obscurum(9).
Flanqueando esta vasta estructura central, la ciudad se despliega en dos barrios distintivos que, indiferentes el uno al otro, reflejan la férrea jerarquía del Dominio.
En las profundidades, bajo la sombra de la Espina Magma Faucis(10), yace el barrio conocido como Garganta. Este dominio subterráneo con plataformas suspendidas sobre el magma es el centro del poder arcano y la riqueza. Aquí, la sociedad se divide en dos clases altas: los Bibliotecarios, maestros eruditos que estudian artes oscuras en los Salones del Encantamiento, y los Guardas del Tesoro, que custodian las vastas riquezas del Dominio. El trabajo pesado recae sobre una casta de esclavos, descendientes de los aldeanos nativos que los Renati sometieron al llegar a estas tierras.
En contraste, extendiéndose a los lados de las murallas próximas a la Espina Šurpu Qardūtu, se encuentra Fornax Gelidus, el "Horno Helado". Esta vasta extensión de industria, minería y maquinaria es habitada casi en su totalidad por esclavos. Es una forja implacable que opera con tenacidad, desafiando el frío y extrayendo las riquezas de la escarcha para el engrandecimiento del Dominio.
El E-Lugalgirra no es meramente un edificio; es el dogma de los Renati hecho piedra, el corazón palpitante de la Via Theon. Su silueta se recorta contra el cielo helado, una escalera de poder y fe que se alza desde el mismo suelo que conquistaron. Sus escalinatas frontales, monumentales, ofrecen el camino que marca un ascenso a través de la cosmología de su pueblo.
Ingresar al E-Lugalgirra es entrar en el eco de su propio origen. La planta baja representa los infiernos del Nether que una vez cruzaron. Es un salón vasto y opresivo, cuyo suelo de piedra negra pulida está veteado con patrones de cerámica roja, como magma solidificado bajo los pies. La luz es escasa y parece ser devorada por la oscuridad reinante.
Cuatro grandes aperturas perforan sus muros. La entrada principal, que recibe a los fieles desde la Via Sacra, y su contraparte posterior, que conduce al sereno Atrium Pax, son los conductos del poder. Las dos entradas laterales, destinadas a los civiles, permanecen selladas la mayor parte del tiempo, abiertas únicamente en las más sagradas celebraciones, un recordatorio de que no todos los caminos del poder son para todos.
En el corazón del salón, dos portales al Nether rugen con un zumbido incesante, su energía púrpura retorciéndose como almas en tormento. Están dispuestos con una simetría perfecta, alineados con el punto focal del salón: una blasfema cruz de hierro negro que cuelga de una pesada cadena desde el techo. Justo encima, en la elevada cúpula central, unos vidrios opacos apenas dejan entrever el piso superior, un techo de nubes oscuras para este infierno en la tierra.
Sobre el infierno yace el Purgatorio Terrenal, la representación del caótico plano mortal. Este primer piso es intencionadamente oscuro, vacío y abandonado. Es una herida abierta en el corazón del templo, un lugar donde las criaturas de la oscuridad se manifiestan sin cesar, atraídas por la confluencia de poder. Nadie entra y nadie sale, pero su presencia es ineludible. Desde la planta baja, a través de los vidrios opacos, se adivinan sus sombras danzantes, y por todo el zigurat resuena una cacofonía de gruñidos, gemidos y el chirrido de garras sobre la piedra, mezclándose con el zumbido de los portales en una sinfonía profana. Es el recordatorio constante del caos y el sufrimiento de la existencia.
Pero el camino del Renati devoto no cruza el purgatorio. Una escalera directa asciende desde el Infierno recordado hasta la purificación, eludiendo el caos terrenal. El segundo piso alberga la Habitación de la Purificación, un espacio de calma austera y preparación espiritual. Es aquí donde los sacerdotes y los elegidos se preparan para el rito final, y una entrada frontal se abre desde aquí a las escalinatas, permitiendo su entrada y salida ceremonial por encima de la plebe.
La culminación del ascenso es la cima, la conexión directa con los Dioses, expuesta al viento helado y a los cielos. No hay techo, solo el firmamento. En el centro, grandes braseros arden día y noche con llamas sobrenaturales: rojas como la furia de la batalla y azules como las almas entregadas a los dioses. Al lado de estas llamas hacia la vista de la Via Sacra se yergue una mesa de sacrificios, una única losa de piedra perpetuamente manchada por la sangre de las ofrendas, un testamento del precio de la fe.
Las terrazas rodean la estructura en dos niveles. La inferior, un camino que circunda todo el templo, es para los guardianes del zigurat. La superior, dividida en cuatro cuadrantes sagrados, es donde los sacerdotes de más alto rango observan las estrellas y esperan los designios de Utu y U'nu.
Así, el E-Lugalgirra es un monumento vivo. Es una sinfonía de miedo y fe, un recordatorio constante de su viaje: del Infierno, a través de la Purificación y evitando el Caos, hasta la Sangre que se ofrece a los Dioses.
El Dominio de Drum Ha'zar no se confía únicamente a su clima hostil para su defensa. Un formidable lienzo de murallas rectangulares ciñe el asentamiento, un baluarte contra el mundo exterior. Pero este no es un simple perímetro de piedra. En cada uno de sus cuatro vértices, la muralla se yergue para formar una torre masiva, bastiones que anclan la defensa del Dominio. Son conocidas como las Espinas (Thorns), pues su propósito es el de desgarrar las esperanzas de cualquier ejército invasor.
Este abrazo de piedra solo se interrumpe en dos puntos sagrados de la Spina Gilgameš. Al frente, la muralla cede su primacía a la imponente ciudadela, abriéndose para revelar la ominosa Bābu Gallu. En la retaguardia, el muro se abre para dar paso al sagrado Atrium Pax, el cual se inserta en la línea defensiva hasta formar parte integral de ella.
Desde el umbral del Atrium Pax, un último corredor amurallado se proyecta hacia la soledad helada, un puente de piedra que culmina en la torre vigía que custodia la espalda del Dominio: la enigmática Lumen Obscurum Thorn. Finalmente, fuera de este perímetro principal, dos Espinas exteriores se alzan como centinelas solitarios, la primera y última advertencia del poderío de Drum Ha'zar.
"Arca del Corazón" o "Fortaleza del Corazón".
Nota: Este es la cabeza y el núcleo vital de la ciudadela. Arca Cordis es el santuario inexpugnable donde reside la esencia misma de Drum Ha'zar: su espíritu indomable, su voluntad de hierro y la fuerza cohesiva que une a todos sus defensores. Es el punto de convergencia sagrado donde la autoridad, la estrategia y la vida misma de la ciudad se entrelazan, garantizando la resiliencia de la ciudadela y protegiéndola incluso de los peligros que emergen de su propia Bābu Gallu.
"Casa del Rey de Fuego/Llama" o "Casa del Gran Héroe".
Nota: Elevándose majestuosamente, E-Lugalgirra es el corazón espiritual y la cumbre de la influencia divina en Drum Ha'zar. Sus imponentes escalones, un puente entre mundos, ascienden hacia los cielos, permitiendo a los mortales buscar la proximidad de los Dioses. Desde su cima, los mismos Dioses descienden, impartiendo su juicio y aceptando ofrendas y sacrificios, consolidando la supremacía divina sobre la ciudad y sus dominios. Es el altar supremo donde el poder terrenal se encuentra con lo celestial.
"Camino Sagrado"
Nota: No es solo un camino, sino un sendero ceremonial que une el poder terrenal de la ciudadela con la divinidad del zigurat. Es el conducto por donde fluyen las procesiones, las ofrendas y el poder espiritual, un eje vital que une el corazón defensivo con el alma religiosa de Drum Ha'zar.
"Atrio de la Paz" o "Patio de la Paz"
Nota: En contraste con el caos de Drum Ha'zar, este patio no es un espacio público, sino un santuario sagrado situado detrás del Zigurat. Es un oasis de calma y orden que solo se puede alcanzar tras pasar por el altar de los dioses, simbolizando la paz que se obtiene a través de la devoción y la fuerza.
"Espina de Quemadura Helada" o "Espina de Exorcismo Gélido"
Nota: Esta espina penetrante y amarga como el frío extremo. Su naturaleza es purificar el peligro con la mordedura del hielo. Un coloso natural, coronado por un árbol antiguo, representa la vida que desafía la escarcha, albergando en su raíz el infierno y el cielo en su copa
(esta torre posee un portal a los caminos del nether en su base)
“Espina del Guerrero del Abismo"
Nota: Esta espina se erige como el primer y último bastión contra lo desconocido y lo que acecha desde las profundidades. Apsû Bellator representa el caos primordial y los misterios insondables. Esta torre es el ojo que mira al vacío, la fortaleza que contiene lo incomprensible.
"Espina del Escudo Divino" o "Espina de la Protección de Dios"
Nota: Imponente y sacra, esta espina es el brazo protector de lo divino, un escudo inquebrantable forjado por fuerzas celestiales. Simboliza la máxima defensa contra cualquier adversidad, un muro de fe y poder que disipa las amenazas antes de que toquen el corazón de Drum Ha'zar. Su aura es de autoridad y resistencia inquebrantable.
"Espina de Hierro Nocturno" o "Espina de la Noche de Hierro"
Nota: Una espina que es inquebrantable, una presencia sombría y vigilante que se alza contra las amenazas que acechan en la oscuridad.
"Espina de Luz Oscura" o "Espina de la Luz Oculta"
Nota: Esta torre es una paradoja, un faro de conocimiento o poder que reside en la sombra, o cuya luz revela verdades incómodas. Situada en la retaguardia, su función es la de un ojo que ve lo que otros no ven, un guardián de los límites que, con su "luz oscura", ilumina los peligros más sutiles que se acercan a Drum Ha'zar. Perfecta para su ubicación como una "torre posterior especial"
"Espina de la Garganta/Boca de Magma"
Nota: Como el respirar de magma y situada sobre el barrio subterráneo "Garganta", esta torre es una manifestación ardiente de la furia y la fuerza elemental. Una advertencia humeante para cualquier enemigo, un recordatorio del poder explosivo que reside bajo la ciudad.
“Espina Espejo”
Nota: Esta espina se alza como el ojo que mira hacia el futuro. Actúa como un espejo, construida con paneles de vidrio y cristales pulidos que reflejan la identidad formidable de Drum Ha'zar y proyectan una advertencia de derrota a quien ose invadirla. Simboliza la previsión y la capacidad de la ciudad para proyectar su fuerza.
"Espina de Gilgamesh" o "Columna Vertebral de Gilgamesh".
Elementos que lo Componen: (1 > 3 > 2 > 4 > 9)
Los Renati, con su fuerte base religiosa y su historia épica, miden el tiempo por eventos significativos. La cronología de los Renati, dividida en Eras:
El sol Negro (luna) tiene 8 fases y completa un ciclo cada 8 días. Este es el pilar del calendario.